Muchos edificios de nuestro entorno fueron construidos entre los años 50 y 60. Si te fijas, la mayoría de ellos están formados por volúmenes rectos, afincados unos al lado de otros, formando una especie de colmena.
Hormigón visto, ladrillos caravista, estucados, piedra natural, madera son algunos de los materiales más utilizados para sus fachadas.
Pero de vez en cuando, te sorprendes y ves cómo de repente aparece un volumen con diferentes alturas, prismas bien diferenciados, mezcla de espacios opacos y trasparentes, vegetación en sus terrazas y cerámica en sus fachadas.
Para conseguir describirte el efecto que tienen estos edificios sorpresa, y cómo el material cerámico ayuda a generarla, he utilizado un proyecto, que en mi opinión, lo trasmite a la perfección.